Plitvice podría ser conocido como el Paraíso de los Agua, ya que cuenta con 16 pequeños lagos, además de múltiples cascadas y arroyos. Declarado Parque Natural por las autoridades de la antigua Yugoslavia en 1949, los Lagos de Plitvice han recibido el reconocimiento de la UNESCO como reserva natural desde 1979.
El parque de Plitvice cuenta con 30.000 hectáreas de naturaleza impoluta. Si elegimos visitarlo entre semana y a primera hora cuando la “población” de turistas es menor, la contemplación de la mayor cascada del parque, de76 metros de caída libre, o los bosques de hayas producirá un efecto de paz que dificilmente nos podrá llegar con turistas alterando el silencio.
Plitvice es sobre todo hayas (un 75%), bastante abeto y poco pino. Además, sapos amarillos, un puñado de linces, ciervos y carabos, todos ellos escondidos de los peaones dePlitvice.
En los paneles de entrada al parque de Plitvice la palabra más frecuente es travertino. Se refiere a ese milagro que convierte el musgo en roca conforme el agua va depositando cal y cal.
Los 16 lagos resultantes están bautizados según los ahogados que las leyendas cuentan bajo sus aguas. Uno es el lago del Gitano; otro, el de la Abuela; también está el del Pastor Mile, y más cerca, el más grande de todos, el de las Cabras. Tiene 2,5 kilómetros de largo, una distancia más que razonable para hundir el optimismo de 30 cabras que confiaron demasiado en la fortaleza del hielo al huir de los lobos. Con mayor prudencia, hoy es posible cruzarlo en barca.
Bajo estas pozas hay además joyas como el curioso cangrejo de río Astacus astacus, que utiliza el material calcáreo para revestir su caparazón haciéndose cada vez más de piedra. Y el proteo, una insólita salamandra que sólo habita por estas cuevas, sin ojos y sin pigmentación alguna, toda de color carne, como Dios la trajo al mundo.
Plitvice fue, según la cartografía antigua, “el jardín del diablo”. Hoy ha recuperado su esplendor de edén, a pesar de haberse convertido en otro infierno durante la guerra, cuando guerrilleros serbios secuestraron el parque y amenazaron incluso con volar sus lagos. Por fortuna, la sangre no llegó al río. El rojo nunca ha sido un color dominante en la amplia paleta que muestran las aguas de Plitvice. El color de estos lagos puede ir desde el gris espejo de estanque finlandés hasta los transparentes turquesas de playa caribeña. El agua cambia de color de hora en hora y de orilla a orilla. Todo depende de mil factores, como la cantidad de minerales y organismos de las profundidades, las lluvias, el musgo o el ángulo de la luz.
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